Municipios

9 MUNICIPIOS QUE INTEGRAN LA DIÓCESIS DE IRAPUATO

SUPERFICIE:  4, 775 KM

POBLACIÓN: 1, 361, 568 HABITANTES APROXIMADAMENTE

El origen purhépecha de este lugar es Jiricuato, que significa “Cerro que emerge de la llanura”, o “Lugar de casas o habitaciones bajas”. Según el cronista franciscano Fray Pablo Beaumont, los primeros pobladores llegados a este lugar fueron los chichimecas, desplazados por los purépechas, dándole el nombre de Xiriquitzio o Iriquitzio, vocablo que los conquistadores españoles pronunciaban Jiricuicho.

Donde actualmente se encuentra asentada la ciudad, se encontraba un enorme lago formado por las aguas de los ríos Guanajuato y Silao. Los primitivos pobladores del lugar, seguramente se establecieron a las orillas de dicho lago, como así lo demuestran las ruinas arqueológicas halladas en el cerro de Arandas y Rancho Grande.

La llegada de los españoles al territorio se calcula hacia la mitad del s. XVI. Por ese tiempo llegaría Don Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán, iniciando su labor de evangelización.

Se tiene como fecha de la fundación española de Irapuato el 15 de febrero de 1547, por cédula del emperador Carlos V como Congregación de San Marcos Jiricuato.

El 8 de marzo de 1826 se le dio el título de Villa a la localidad de Irapuato; y el 7 de noviembre de 1893 fue declarada ciudad.

No hay documento que indique la fecha de la creación de la parroquia de la Congregación de Irapuato, pero se tiene registro de los primeros bautismos en 1633. En el archivo parroquial no hay documentos que den testimonio del patronato de San Marcos.

ABASOLO, de nuestra Señora de la Luz

Este territorio fue ocupado por otomíes, huachichiles y purépechas hasta la época de la conquista española, realizada aquí por Nuño de Guzmán alrededor del año 1529. La zona arqueológica de Peralta es un vestigio de una cultura sedentaria muy anterior a la presencia española dentro del municipio de Abasolo.
El nombre de la localidad principal ha pasado por Cuitzeo (“lugar de zorrillos”), Cuitzeo de los Naranjos, entre otros; a partir de 1963 se le cambio el nombre a Abasolo, en honor al insurgente don José Mariano Abasolo. Abasolo fue vicaría fija de Pénjamo. En su antigua capilla, se asegura que fue bautizado el Señor Cura Don Miguel Hidalgo, iniciador del movimiento de independencia nacional.
La primera parroquia de Abasolo fue erigida en 1854 por el XXVIII Obispo de Michoacán, Don Clemente de Jesús Munguía. La imagen de Nuestra Madre Santísima de la Luz llegó a Abasolo en 1886.
Las parroquias que se localizan en este municipio son seis: en la ciudad de Abasolo: Nuestra Madre Santísima de la Luz; y Cristo Rey. Estación Joaquín: Señor de los Trabajos. Labor de Peralta: La Natividad de María. Joya de Calvillo: Nuestra Señora de Guadalupe. Peralta: San José Obrero.
La población del municipio de Abasolo al año 2015 registró 90,990 habitantes.

CUERÁMARO, de San Francisco de Asís

El nombre ‘Cuerámaro’ es un vocablo purhépecha que significa “Al abrigo de los pantanos”. La región estuvo habitada por huachichiles, quienes estuvieron dominados por los purhépecha hasta principios del siglo XVI. En 1531 comenzó la presencia de los españoles en este lugar. Para 1631, Cuerámaro era estancia y labor de Marcos Mejía de Bocanegra.
Para 1860 Cuerámaro ya era vicaría de Pénjamo, con un vicario de planta. La parroquia fue erigida por el XXIX prelado de Michoacán, el Arzobispo Don Ignacio Árciga y Ruiz de Chávez, el 5 de agosto de 1885. El patrono de la parroquia es San Francisco de Asís.

Todo el territorio municipal corresponde al territorio parroquial, exceptuando la comunidad de San Gregorio, que es atendida por la parroquia de Corralejo, municipio de Pénjamo.
La parroquia de Cuerámaro territorialmente es la más extensa de la Diócesis de Irapuato, animando la vida Iglesia, atiende pastoralmente más de 50 localidades. Algunas de estas son: Tupátaro, Galera de la Grulla, Puerta de la Reserva, Platanar, El Saucillo, Cerrito de Agua Caliente, Ojo de Agua, La Regalada, Ejido Luz Mazas, La Sarteneja, La Presita del Sauz de Cieneguilla, y Presa de Uribe.

El lema del escudo de Cuerámaro reza: “Cuerámaro Siempre Fiel”. Su población registrada al 2015 fue de 28,320 habitantes.

HUANÍMARO, de San Juan Bautista

El nombre ‘Huanímaro’ proviene del término purhépecha Cuaimaro, que significa “Lugar de trueque” o “Lugar donde se tuesta el maíz”.
Por mucho tiempo fue vicaría fija del curato de Pénjamo. Para 1860 se habla ya de un vicario fijo en este lugar. La parroquia fue erigida por el XXX prelado de Michoacán, el Arzobispo Atenógenes Silva y Álvarez el 30 de marzo de 1905. El patrono de la parroquia es San Juan Bautista.
El pueblo de Huanímaro guarda especial cariño y veneración por el P. José Jesús María Montaño Villalobos, quien fuera señor cura en este lugar de 1951 a 1968, animador y constructor del templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en esta localidad, y de otros como en la Sierra de Pénjamo, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, después de la persecución religiosa.
Algunas de las localidades del municipio aparte de la ciudad cabecera son: La Lobera, San José de Ayala, Los Otates, y Monte Blanco.
Su población registrada al 2015 fue de 21,638.

JARAL DEL PROGRESO, de San Nicolás de Tolentino

La ciudad de Jaral del Progreso fue fundada como Congregación de Jaral de la Cruz, tomando después el nombre de Jaral del Valle.

El nombre de Jaral del Valle lo conservó hasta el año de 1910, año en que se elevó a la entonces Villa a la categoría de ciudad, adoptando el nombre actual de “Jaral del Progreso”.
La vicaría fija de Jaral del Progreso -dependiente del Curato agustiniano de Yuriria- fue fundado en 1828 por el religioso agustino Fray Benigno Barrón.

El Arzobispo de Morelia, Don Estanislao Alcaraz Figueroa, erigió la parroquia el 16 de mayo de 1985, y él mismo ejecutó el decreto el 10 de septiembre del mismo año.
La parroquia está confiada a la cura pastoral de los religiosos agustinos de la “Provincia San Nicolás de Tolentino de Michoacán”.

Otras localidades del municipio aparte de la cabecera municipal son: Victoria de Cortazar, que también es cabecera parroquial; además Loma de Zempoala. Santiago Capitiro, pertenece al municipio, pero pastoral y eclesiásticamente es atendida por la Arquidiócesis de Morelia.
Entre las festividades de la ciudad destacan: 3 de mayo, la Santa Cruz, fiesta de la parroquia de Victoria de Cortazar; 10 de septiembre., San Nicolás de Tolentino, santo patrono de la parroquia de Jaral del Progreso; 12 de octubre, cabalgata al Cerro de Culiacán en honor a Cristo Rey en Victoria de Cortazar.

El escudo del municipio dice “Consensus et labor progresum generant”, que significa: “La unión y el trabajo hacen el progreso”.
Al año 2015 el municipio contaba con 38,412 habitantes.

PÉNJAMO, de Nuestra Señora de los Remedios

En lengua purhépecha el nombre Penlamu o Penxamo significa “Lugar de ahuhuetes o sabinos”. El territorio que actualmente ocupa este municipio tuvo como primeros pobladores a los indios huachichiles. La fundación española fue el 12 de noviembre de 1542 por cédula real de Carlos V, a petición de Diego Tomás de Qesuchigua. Uno de los primeros fundadores fue Don Antonio Diego López Guin. La población fue fundada con el nombre de San Francisco de Penxamo.
Pénjamo es uno de los curatos más antiguos de la antigua Diócesis de
Mechuacán. Se asegura que la parroquia la erigió Don Vasco de Quiroga. Su extensión llegaba hasta Puruándiro, Huango (Villa Morelos), Cuitzeo y Yuriria. En 1550 el mismo Vasco de Quiroga encargó el cuidado pastoral de Huango, Cuitzeo y Yuriria a los religiosos agustinos. El de Puruándiro y Pénjamo a los clérigos de su obispado.
En la localidad de Corralejo, del actual municipio de Pénjamo, nació el 8 de mayo de 1753 Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor. Su acta de bautismo se resguarda en la Parroquia de San Francisco de Asís.
Miguel Hidalgo se formó eclesiásticamente en Valladolid (Morelia), en el Real Y Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo. Se hizo sacerdote y fue cura de Colima, San Felipe y Dolores. Aquí dio el “grito” que inició la lucha insurgente, encabezando el movimiento, y tomando en Atotonilco el estandarte de la Virgen de Guadalupe, como bandera de la nueva batalla que se culminó con Agustín de Iturbide logrando la independencia de México del imperio español el 27 de septiembre de 1821.
En el año de 1815 la población fue incendiada, quedando completamente destruida, con graves pérdidas arquitectónicas de lo que hoy es la ciudad de Pénjamo, perdiéndose también documentación importante de la época. Los trabajos de reedificación se iniciaron por el año de 1830.
El templo más antiguo de la ciudad es el de Nuestra Señora de los Remedios, del s. XVI. El de San Francisco es del s. XVIII. En este recinto contrajeron nupcias el 15 de agosto de 1750 los señores Don Cristóbal Hidalgo y Doña Ana María Gallaga Mandarte, padres de Miguel Hidalgo.

Resistencia cristiana

El movimiento de la Liga Nacional de Defensa Religiosa, fue una asociación legal, de carácter cívico, que tenía por fin conquistar la libertad religiosa y todas las libertades que se derivan de ella, que surgió para oponerse a la “ley calles”, del presidente de México Plutarco Elías Calles (1924 – 1928), que pretendió someter a la Iglesia. En Pénjamo la “liga” halló a uno de los más aguerridos y valiosos colaboradores, Luis Navarro Origel. Fue miembro de la ACJM. Reclutó socios activos para esta organización. Fundó comités de la “liga” en Pénjamo, Abasolo, Irapuato y la Piedad. Fue alcalde de Pénjamo.
Al no estar de acuerdo con las políticas gubernamentales, finalmente tomó las armas el 29 de septiembre de 1926 tomando la ciudad de Pénjamo, aniquilando a la defensa local y apoderándose de las armas de que disponía el gobierno.
Los levantamientos de cristeros había cobraron fuerza en Jalisco, Nayarit, Michoacán y Guanajuato. El gobierno se dedicó a exterminarlos. Esto provocó un decaimiento del movimiento en los primeros meses de 1927, pero en

julio de ese mismo año, en la Sierra Gorda de Pénjamo y Guanajuato, se organizaron nuevos alzamientos; se estima que había en aquel entonces alrededor de 2,400 cristeros en esta zona. A mediados de 1928 los cristeros se anotaban invencibles.

Sierra de Pénjamo

Esta Sierra, aparte de Pénjamo, abarca también parte de los Municipios de Cuerámaro y Manuel Doblado, es una zona que en lo más alto rebasa los 2,400 msnm. Además de ser una reserva ecológica e hidrológica de gran importancia y belleza natural, fue y es actualmente una reserva de fe cristiana.
Como cumplimiento a una promesa hecha durante los años de persecución contra la Iglesia en México, el P. José Jesús María Montaño Villalobos, siendo señor cura de Huanímaro, inició la construcción de un templo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús el año de 1954, en el corazón de esta sierra, en la comunidad de Rancho Nuevo de Gutiérrez. El templo es un monumento de la fe valiente y generosa del cristiano vertical, que no se doblega ante el perseguidor, porque su fortaleza es Cristo Rey, y la Virgen de Guadalupe

La devoción a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de los Remedios es tradicional y muy sentida en el pueblo penjamense.
Las parroquias que se localizan en este municipio son seis: San Francisco de Asís y Nuestra Señora de los Remedios en la ciudad de Pénjamo. San Isidro Labrador, de Cuevas de Morales. Nuestra Señora de Guadalupe, de Tacubaya. Señor de la Misericordia y San Diego de Alcalá, de Corralejo de Hidalgo. Nuestra Señora de Guadalupe, de Estación Pénjamo.

Otras localidades del municipio de Pénjamo -que son cabecera de parroquia- pero que pertenecen a la jurisdicción eclesiástica de la Arquidiócesis de Morelia son: Buenavista; Laguna Larga de Cortés; San Felipe Chilarillo, y Santa Ana Pacueco.
La población del municipio al año 2015 era de 150,570 habitantes.

PUEBLO NUEVO, de la Candelaria

El nombre dado al lugar por sus primeros pobladores fue el de Mastonde, que en lengua otomí significa “Lugar entre dos ríos”.

Originalmente, el primer Obispo de Michoacán, Don Vasco de Quiroga, en 1540, fundó una pequeña aldea, en lo que hoy es Pueblo Nuevo, y fue hasta el año de 1563 cuando adquiere la categoría de congregación, y la de pueblo hasta 1853. Popularmente se le comenzó a llamar “El Pueblito”.
La tradición dice que Vasco de Quiroga fue el donador de la imagen de la Virgen de la Candelaria, a quien el pueblo tiene devoción filial y celebra solemnemente cada 2 de febrero. El registro parroquial sobre el patronato de la Virgen sobre Pueblo Nuevo data del 2 de febrero de 1773.

Otro hecho que resalta el vínculo de la Virgen María con Pueblo Nuevo es el del 2 de octubre de 1915, cuando la población fue atacada por un grupo de bandoleros, que, además de robar, trataron de abusar de las mujeres. Esta afrenta fue defendida por sus habitantes y con la ayuda de la Virgen de la Candelaria, quien bajo la “figura de una mujer” proporcionaba el “parque” (municiones) a los defensores. Este hecho se conmemora religiosa y civilmente cada 2 de octubre.

Tierra de María y de mártires de Cristo

La Virgen María, en su título de la Candelaria, fue coronada en Pueblo Nuevo el 2 de febrero de 1970, siendo Obispo de la Diócesis de León, Don Anselmo Zarza y Bernal, quien pastoreo esa diócesis de 1966 a 1992. San Antonio de Padua es el patrono de la parroquia de Pueblo Nuevo, y su templo se terminó en 1776. El templo nuevo es más amplio, de estilo parecido al plateresco o herreriano; su construcción se terminó a mediados del s. XX. Su cúpula tiene 30 mts. de altura. Es un templo donde se venera a la Virgen María con tres títulos: como Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero); Nuestra Señora de la Paz (24 de enero); y como Nuestra Señora de la Candelaria.
El fraile agustino, Ángel Ma. Gasca fundó en Pueblo Nuevo un colegio menor, que después se incorporó como auxiliar del Seminario Tridentino de León. En tiempos del párroco Zeferino Razo se impartía a los alumnos lo básico del latín para que después ingresaran al seminario formalmente. De este colegio proceden y destacan por su testimonio al “extremo” los sacerdotes Daniel Pérez Negrete; Pedro Razo Ramírez; el canónigo Ángel Martínez Razo; y el laico Agustín Martínez Razo.
En 1928, en plena persecución del gobierno federal contra la Iglesia en México, estos cuatro cristianos dieron la prueba máxima de su fe al sufrir y morir por amor a Cristo y a la Iglesia. Fueron injustamente privados de su libertad y sometidos por los militares a las más crueles humillaciones y torturas inimaginables para finalmente ser asesinados. De los labios de los mártires solo salieron palabras de perdón para sus verdugos y el grito de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!
Otras localidades del municipio son: Yóstiro de San Antonio; La Soledad; Villa de Guadalupe; y Progreso de la Unión.
La leyenda que envuelve al escudo del municipio de Pueblo Nuevo reza en latín:
Populus semper novus corde fideli, animaque laeta et pia”, que significa: “Pueblo siempre nuevo, de corazón fiel y de alma alegre y piadosa”. La frase recoge la más alta espiritualidad de este pueblo e identifica a sus habitantes con un tronco moral común. Al año 2015 la población del municipio era de 11,872 habitantes.

SALAMANCA, del Señor del Hospital

En los tiempos prehispánicos, el territorio municipal de Salamanca estuvo habitado por indios otomíes, quienes le dieron el nombre de Xidóo, que significa “Sobre tepetates”. Por tradición oral se dice que, en un recorrido por la región, en torno a 1550, Fray Juan Bautista Moya, el Apóstol de Tierra Caliente”, bautizó al asentamiento primitivo como San Juan Bautista Xidóo.
Por los años 1540 o 1550 se comenzaron a establecer en esta región “estancias” de ganado mayor o ganado menor, según fuera la dimensión del terreno. En la región de Salamanca hubo varias estancias: la de Barahona, la de Valtierra, y la de Mancera. Las “estancias” dieron paso a las “haciendas”, que a lo largo del tiempo hubo en esta zona un promedio de 25. Algunas de estas son: Hacienda de Ancón, Cerro Gordo, La Tinaja, San José de Mendoza, Temascatío, Aguilares, Uruétaro, Dos Ríos, entre otras.
Correspondió al Virrey Conde de Monterrey Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo fundar oficialmente la Villa de Salamanca, lo que sucedió el día 1 de enero de 1603.
La que hoy es Parroquia Santuario del Señor del Hospital, de Salamanca, por siglos fue la única parroquia. Su antecedente fue la capilla de la Asunción de la Virgen María que para 1560 ya existía contigua al hospital para indios otomíes. La parroquia la fundó Don Vasco de Quiroga en 1563, dos años antes de su muerte. En 1603 la sede parroquial se trasladó al templo de Nativitas, hasta que se construyó en 1690 un templo parroquial digno, conocido tradicionalmente como “parroquia antigua”.
El 30 de abril de 1924 fue concluido y consagrado el nuevo templo del Señor del Hospital, trasladando su imagen a su sitio definitivo. Oficiaron el acto litúrgico de consagración del templo Don Leopoldo Ruiz y Flores,

Arzobispo de Morelia, Don Luis María Martínez, Obispo Auxiliar de Morelia, Don Emeterio Valverde y Téllez, Obispo de León, Don Francisco Banegas, Obispo de Querétaro, y Don Leopoldo Lara, Obispo de Tacámbaro. La obra de este templo fue interrumpida un par de veces, pero prosiguió gracias a los donativos de doña Emeteria Valencia y de doña Cayetana Gasca, y del empeño de los sacerdotes Ramón Partida, Tiburcio Hincapié, Vicente Bustos, y Benedicto Medrano.

El 30 de marzo de 2010, al cumplirse los 450 años de la llegada del Señor del Hospital a Salamanca, la parroquia fue elevada al rango de Santuario Diocesano, durante la Eucaristía presidida por Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, acompañado del primer Obispo de Irapuato, Don José de Jesús Martínez Zepeda, y con la participación de numerosos sacerdotes y fieles hermanos.

La única parroquia de Salamanca comenzó a segmentarse al crearse nuevas parroquias. Así, en 1958 el XXXII prelado de Morelia, el Arzobispo Luis María Altamirano y Bulnes creó la vicaría de San Antonio de Padua de Salamanca; y el 30 de marzo de 1967, el Arzobispo Coadjutor de Morelia, Manuel Martín del Campo la erigió parroquia.

La otra segmentación tuvo lugar el 18 de julio de 1975, cuando el XXXIV prelado de Morelia, el Arzobispo Estanislao Alcaraz Figueroa, erigió cinco nuevas parroquias en la ciudad de Salamanca: La Natividad de María (Nativitas), San Pedro, Sagrado Corazón, San Martín de Porres y San Antonio Abad.
En Salamanca se estableció la Escuela Apostólica Vocacional “Santa María de Guadalupe” a cargo de los PP. David Gómez, Gilberto Núñez y Rafael Campuzano. Funcionó como un preseminario que dio muchas vocaciones. Uno de sus alumnos fue el actual Obispo de Irapuato, Mons. Enrique Díaz Díaz.

El Martes Santo de 1560

En 1560 la imagen de Jesús crucificado llegó a la Estancia de Barahona -primer asentamiento español en lo que es hoy la ciudad de Salamanca- fue ahí donde su imagen -que era blanca- se tornó negra, para confundirse con la oscuridad de la noche, de quienes venían en su persecución procedentes de Jilotepec.
Ya instalada su imagen en el antiguo Templo del Hospital, otro prodigio fue el Martes Santo de ese mismo año en que la escultura del santo Cristo crucificado fue hallada con la cabeza totalmente vencida hacia el frente, en posición de muerte. Hecho que fue interpretado como un signo de que el Cristo había elegido Salamanca para quedarse ahí para siempre.
Algunos sostienen que la imagen fue elaborada en Pátzcuaro, Mich., el año de 1543, con la técnica indígena de pasta de caña de maíz. Otros piensan que la escultura más bien procede de España.
Como parte de su historia se ha dicho que el Cristo estuvo originalmente en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, donde era venerado como “Cristo de los agonizantes”. De Tlatelolco la imagen llegó a Querétaro, y luego a Jilotepec, y de aquí a su lugar definitivo, Salamanca. Toda esta historia está llena de peripecias: persecuciones, robos, prodigios, narraciones propias de una leyenda con una intención moral o espiritual.
Cada Semana Santa, concretamente el Martes Santo, se realiza la “bajada” del Cristo Negro, Señor del Hospital, de su camarín para estar cerca de sus devotos de Salamanca y de toda la región del Bajío.

“Consuelen, consuelen a mi pueblo”

Contemplando al Señor del Hospital y meditando en las palabras del Profeta Isaías (40, 1-5), el Obispo de Irapuato, Mons. Enrique Díaz Díaz, propuso ante la XIII Asamblea Diocesana de Pastoral, del mes de febrero de 2020, construir una línea de espiritualidad que responda a la realidad actual de violencia, muerte e inseguridad que vive el pueblo, sumando a ello nuestras fallas y equivocaciones, nuestros fracasos de Iglesia que provocan desaliento.

El panorama es de una profunda crisis antropológico-cultural, que lleva a una pérdida de identidad, y que tiene muchos rostros y expresiones, así como “el empeño de implantar una nueva imagen del hombre y de la mujer en el contexto mundial” (PGP 42).
Con más fuerza y convicción creyente que nunca, queremos ahora afirmar:

“El misterio del hombre sólo se esclarece
en el misterio del Verbo encarnado.
Cristo, el nuevo Adán,
en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente al hombre al propio hombre

y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).

Cristo es la medida del consuelo verdadero que llega al corazón: Él se hizo “uno de nosotros”; cercano con cada uno; rescata la dignidad de las personas; propone una liberación integral que incluye el perdón de los pecados como al paralítico de Marcos (2, 1-12). Espera la colaboración de la comunidad. Como a la Samaritana mira a lo interior y a lo más sagrado. Con su cruz toma nuestras cruces (1Pe. 2, 24); y sobre todo comparte su resurrección, que es siempre actual.

“Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto” (EG 276).

San Juan de Sahagún, “casa de oro”, (San Agustín)

Desde 1609 el rey Felipe III otorgó a los religiosos agustinos el permiso de levantar el convento de la Villa de Salamanca. El 26 de mayo de 1615 llegaron los primeros religiosos agustinos a la villa, siendo el primer prior Fray Juan de San Nicolás. El conjunto de templo y convento se comenzaron a construir en 1642, siendo prior Fray Miguel de Guevara. El conjunto conventual es de aproximadamente 10,538 m2. Originalmente tuvo un amplísimo atrio. Tuvo varias etapas constructivas y se terminó en el s. XVIII, con la edificación del segundo claustro, y el magnífico decorado churrigueresco de la iglesia.
La nave del templo se compone de cuatro tramos, crucero y presbiterio, entre los que se hallan dispuestos once retablos diferentes entre los cuales destacan los dedicados a Santa Ana y San José
En el s. XIX fue desmantelado el altar mayor y sustituido por el neoclásico actual. El templo es uno de los monumentos barrocos más notables del país, particularmente sus retablos.
A decir de José de Santiago Silva, en su obra “Templo agustino de San Juan de Sahagún”, señala que fueron los frailes agustinos -que establecieron casas de estudio y estructuras de producción agrícola y ganadera- los que más intervinieron en la formación de una estructura económica a esta región, y a lo que siguió, su importancia como “granero del país” (pág. 13); también como “crisol en el que primero se ha integrado el perfil de lo mexicano” (pág. 114).

San Bernabé de Jesús Méndez Montoya

Nació en Tarímbaro, Mich., el 10 de junio de 1880. Sus padres fueron Florentino Méndez y Cornelia Montoya Gómez. Recibió el bautismo en su pueblo natal el 12 de junio del mismo año, y la confirmación el 12 de septiembre de 1881. Ahí en Tarímbaro, creció, hizo su primaria y luego ingreso al Seminario Diocesano de Morelia a la edad de 14 años.
El 6 de abril de 1902 recibió la tonsura y las órdenes menores. El 30 de agosto de 1903 el subdiaconado y el 23 de julio de 1905 el diaconado. El 30 de agosto 1906 recibió la ordenación sacerdotal por la imposición de manos del Arzobispo de Morelia, Don Atenógenes Silva y Álvarez. Su cantamisa fue en Tarímbaro. Su ministerio sacerdotal lo realizó en San Juan Huetamo, Mich., como vicario cooperador de 1906 a 1907. Luego pasó a Pedernales, Mich., de 1907 a 1913. Y finalmente fue trasladado -por razones de salud- al pueblo de Valtierrilla, del municipio de Salamanca, donde se desempeñó como vicario fijo.
El Padre Méndez era de carácter alegre, extrovertido, dedicado a su ministerio sacerdotal. Amaba a los pobres y muy entregado a los enfermos. Dado a la oración ante el Santísimo Sacramento, y muy devoto de la Virgen María. Siempre usó su sotana negra y se distinguió por su tonsura en la cabeza. Se mortificaba y en Cuaresma lo hacía con cilicio.
Atendió la catequesis de niños y adultos, el apostolado de la oración, Socios del Sagrado Corazón, Vela Perpetua, Hijas de María, Obreros Guadalupanos, y sobre todo la Escuela Parroquial. Enseñó a tocar instrumentos musicales, como el violín y el órgano. A los campesinos los enseñó a abonar la tierra con productos naturales y a trabajarla mejor.
Durante la persecución callista contra la Iglesia trabajó como carpintero y siguió ejerciendo su ministerio de manera oculta: celebraba la Misa muy temprano; también bautizaba y confesaba a esas horas. Por las noches salía a bautizar a las casas. Durante el día se dedicaba a atender a los enfermos.
Agotados los recursos pacíficos y legales para que se derogasen las leyes persecutorias contra la Iglesia, en diversos lugares de México los cristianos comenzaron a tomar las armas en acto de legítima defensa de la libertad religiosa.

El Padre Méndez, hostia viva

Algunos hombres en Vatierrilla quisieron sumarse a los cristeros y fijaron como fecha para el levantamiento el 5 de febrero de 1928, pero fueron delatados, y vinieron los soldados de Sarabia, poblado cercano, a sofocar el levantamiento. El P. Méndez nada tuvo que ver con ese asunto ya que jamás empuñó las armas.
Ese día, muy de madrugada, los federales entraron al pueblo en busca de los que se iban a levantar en armas. El P. Méndez estaba terminando de celebrar la Misa cuando se oyeron los primeros disparos de la fuerza federal. Ante el inminente peligro, el Padre tomó el copón con las hostias consagradas y lo escondió bajo su zarape; sintió la necesidad de proteger mucho más al Santísimo y por lo mismo, trató de no hacerse visible. Queriendo buscar un lugar seguro brincó por una ventana de la notaría que daba a la torre del templo. Unos soldados que habían subido a la torre lo vieron y bajando lo apresaron. Al registrarlo le encontraron el copón y como afirmó que sí era cura lo aprehendieron. Pidió a los soldados unos momentos para recogerse en oración, se puso de rodillas y comulgó. Entregó el copón a su hermana Luisa y a su acompañante María Concepción diciéndoles: “Cuídenlo y déjenme, es la voluntad de Dios”. Dirigiéndose a los soldados les dijo: “Ahora hagan de mí lo que quieran; estoy dispuesto”.

Ocho o seis soldados lo llevaron al lugar del fusilamiento, distante unos cincuenta metros al oriente del templo. El capitán Muñiz dio la orden de dispararle al padre que estaba de rodillas y ni los rifles dispararon, ni la pistola del capitán. Entonces el oficial ordenó al padre que se pusiera de pie y lo registró; le quitó el crucifijo y unas medallas que traía y lo colocó junto a unos magueyes y dio de nuevo la orden de dispararle.

El P. Bernabé de Jesús Méndez cayó al suelo muerto, eran aproximadamente las 7 de la mañana; tenía 47 años de edad. Los soldados se llevaron el cuerpo a Sarabia y lo pusieron sobre las vías del tren para despedazarlo, pero las soldaderas lo desataron. Con ayuda de Don Elías Torres fue velado y sepultado en Cortazar.
Cinco años después, el P. Segoviano, Vicario de Valtierrilla, junto con su feligresía fueron a Cortazar y exhumó los restos del P. Méndez, que fueron identificados por Don Elías Torres y los familiares del P. Méndez. Desde entonces los restos del mártir de Cristo Rey, de Valtierrilla, permanecen en el templo parroquial de esta localidad. El P. Bernabé de Jesús Méndez Montoya fue declarado Beato por San Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro en Roma, en la solemnidad de Cristo Rey, el día 22 de noviembre de 1992, en compañía de sus 24 compañeros mártires mexicanos.

El día 21 de mayo del Año Santo 2000, Jubileo de la Encarnación de Jesucristo, el mismo San Juan Pablo II realizó canonización de los 25 mártires mexicanos, incluido San Bernabé de Jesús Méndez Montoya, en la Plaza de San Pedro, en Roma.

“Entregar la vida”, la marca de la espiritualidad diocesana

El testimonio supremo de amor más grande de San Bernabé de Jesús Méndez Montoya, de entregar la vida por Cristo y su Iglesia (Cfr. Jn. 15, 13), es una gracia y bendición para los cristianos y sacerdotes de la Diócesis de Irapuato, llamados a replicar hoy un testimonio coherente entre la profesión de fe y la vida cotidiana.
El Obispo de Irapuato, Mons. Enrique Díaz Díaz, en febrero de 2019 en la XII Asamblea Diocesana de Pastoral, propuso para la diócesis la espiritualidad del “testigo de Cristo”.

Una evangelización con espíritu es muy diferentes de un conjunto de tareas vividas como una obligación pesada que simplemente se tolera”, son palabras del Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium núm. 261.
“Con el Papa me atrevería a decir que ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu, si no estamos inflamados por la pasión por el Evangelio, si no nos acogemos al ejemplo, amparo y consuelo de la Virgen María, nuestra madre, y si no nos convertimos en testigos firmes y valientes hasta derramar la sangre por Jesús como San Bernabé de Jesús Méndez Montoya”.

“San Bernabé de Jesús Méndez Montoya, sacerdote sacrificado el 28 de febrero de 1928 en Valtierrilla, municipio de Salamanca, es el icono que realiza y nutre la espiritualidad de santidad y de testigo de Cristo en esta diócesis”.
“El compromiso del discípulo de Jesús es ser su testigo, ser mártir, ser santo. Jesús es radical en su llamado y no acepta mediocridades o ambigüedades”.

Centros de vida cristiana: 17 parroquias

En la actualidad, eclesiásticamente la ciudad de Salamanca está organizada en dos decanatos: “Señor del Hospital”, decanato formado por nueve parroquias. “Sagrado Corazón de Jesús”, conformado por ocho comunidades parroquiales. Total 17 parroquias.
Otras localidades del municipio de Salamanca, aparte de la ciudad cabecera, y que son sede de parroquia son: Cerro Gordo, La Ordeña, Cárdenas, Mendoza, Valtierrilla, y Valtierra.

Petróleo e industria automotriz

El 30 de julio de 1950 se inauguró en Salamanca la refinería “Antonio M. Amor”, y paralelamente fue desarrollándose la industria petroquímica. Desde 2014 despegó la industria automotriz. Hechos que marcan a Salamanca su ingreso al desarrollo.
Al año 2015 el municipio de Salamanca contaba con 273,271 habitantes.

VALLE DE SANTIAGO, de Santiago el Mayor

El asentamiento primitivo de la ciudad fue una aldea indígena de raíces purhépecha, cuyo nombre original era Kamembarhu, que significa “Lugar de ajenjo o estafiate”, plata medicinal que se emplea contra padecimientos digestivos. También se le conoce como “El País de las siete luminarias”, en referencia a un conjunto de 13 cráteres volcánicos inactivos, de notable atractivo natural, de bordes bajos y abruptos, localizados al noroeste y suroeste de la ciudad de Valle de Santiago.
Cuando llegaron los españoles y los indígenas aliados a éstos -precisamente el 25 de julio de 1562 día que se celebra a Santiago Apóstol- la zona estaba habitada por mezcla de otomíes, chichimecas y purépecha; el grupo era el de chichimecas-pames.
La fundación española de la localidad fue el 28 de mayo de 1607. Sus fundadores fueron Pedro Martínez Rincón, Pedro Rivera, Diego Tamayo, Francisco Gómez, Francisco Santoyo, Silvestre de Aguirre, Luis Fonseca, Antonio Estrada, Andrés Cuéllar y Juan Martínez. Mención destacada merecen Cristóbal Martín y Juan Fernández, quienes le dieron el nombre de Valle de Santiago.
A fines del s. XVI era una diminuta población dependiente del curato de Salamanca. No se sabe con certeza la fecha de la creación de la parroquia de Santiago Apóstol. Se dice que es a fines del s. XVII o a fines del s. XVIII. Ciertamente ya aparece el registro de esta parroquia en la lista de las 106 parroquias del Obispado de Michoacán en 1790.
El templo del Hospital de Valle de Santiago es el más antiguo de la ciudad; es sede de la parroquia del mismo nombre, erigida por el Arzobispo de Morelia, Don Estanislao Alcaraz Figueroa el 28 de marzo de 1979. También de esa fecha y por decreto del mismo arzobispo es la creación de la parroquia del Santuario de Guadalupe.
Las parroquias que se localizan en este municipio son siete: en la ciudad de Valle de Santiago: Santiago Apóstol; El Hospital; Santuario de Guadalupe; y La Asunción de María. Magdalena de Araceo: Santa María Magdalena. San José Parangueo: San José. Las Jícamas: San Isidro Labrador. Guarapo: La Asunción de la Virgen María.
El 25 de julio es la fiesta del Apóstol Santiago, patrono de la parroquia y de la ciudad. El 24 de septiembre se celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced, en el templo de los padres mercedarios de esa ciudad.
Al año 2015 el municipio de Valle de Santiago registraba una población de 142,672.