Historia

Diócesis de Irapuato, pueblo y familia de Dios

Desde hace algunos años ha crecido notablemente el número de habitantes de esta zona del Bajío Guanajuatense y se ha desarrollado la región con buenas comunicaciones, centros educativos y laborales. La situación social presenta nuevos retos a la tarea evangelizadora, pero también, gracias a Dios, hay valiosos
recursos humanos y eclesiales para incrementar el trabajo apostólico.

Entre las razones para solicitar al Santo Padre la nueva Diócesis de Irapuato, en el estado de Guanajuato, fue para procurar un mejor servicio pastoral a todos los fieles, junto con el acompañamiento más cercano con fieles y sacerdotes de parte del obispo como padre y pastor. También para una mejor integración de los carismas y fuerzas apostólicas para desarrollar la misión evangelizadora.

Por estas razones y con toda la herencia humana, pastoral y de gracia de las “iglesias madres”, comenzó la Diócesis de Irapuato a formarse como comunidad diocesana en el concierto de la Iglesia Universal, como quedó ya apuntado el 9 de febrero del año 2004. San Juan Pablo II, nombró como su primer Obispo de Irapuato a Don José de Jesús Martínez Zepeda, ministerio que concluyó en enero de 2017. Fueron trece años de fecundo ministerio episcopal donde se pusieron cimientos firmes en la consolidación de la Iglesia Diocesana de Irapuato, como se expondrá más adelante.

El 11 de marzo de 2017, comenzó otro capítulo de la naciente Diócesis de Irapuato cuando el Santo Padre Francisco nombró a Mons. Enrique Díaz Díaz, como segundo Obispo de la Diócesis de Irapuato, tomando posesión el 19 de mayo del mismo año en la solemne Eucaristía realizada en estadio de futbol “Sergio León Chávez”, con la presencia del Nuncio Apostólico en México Franco Coppola y acompañado de numeroso obispos, sacerdotes y pueblo de Dios.

De su lema episcopal Yo estoy contigo, Mons. Enrique Díaz, desde el inicio de su ministerio, ha invitado recuperar la actitud cristiana de confianza en Dios y en su Palabra ante la misión que está por delante, frente a los desafíos sociales, políticos, culturales y económicos, en medio de los cuales el cristiano está llamado a vivir su fe.

Por eso en su primer encuentro con sacerdotes en la Catedral de Irapuato el mismo día de su llegada, el nuevo obispo propuso:

“Hagamos de nuestra Diócesis una vida de familia donde todos nos sintamos hermanos, cuidados,
protegidos, comprendidos. Es la nueva familia de Dios. Ustedes sacerdotes, religiosos, laicos, son ese rostro de
Dios que hoy ama al mundo con ternura”.“Quiero ser para ustedes un amigo, un hermano, que se une a la labor, que mete el hombro para sostener la carga, que acompasa su paso al bello caminar que ya han hecho ustedes. Que siembra con ustedes y que con ustedes saborea el fruto logrado”.

Territorio Diocesano: nueve municipios

Irapuato, de Nuestra Señora de la Soledad, sede episcopal El origen purhépecha de este lugar es Jiricuato, que significa “Cerro que emerge de la llanura”, o “Lugar
de casas o habitaciones bajas”. Según el cronista franciscano Fray Pablo Beaumont, los primeros pobladores llegados a este lugar fueron los chichimecas, desplazados por los purhépecha, dándole el nombre de Xiriquitzio o Iriquitzio, vocablo que los conquistadores españoles pronunciaban Jiricuicho.

Donde actualmente se encuentra asentada la ciudad, se encontraba un enorme lago formado por las aguas de los ríos Guanajuato y Silao. Los primitivos pobladores del lugar, seguramente se establecieron a las orillas de dicho lago, como así lo demuestran las ruinas arqueológicas halladas en el cerro de Arandas y Rancho Grande.
La llegada de los españoles al territorio se calcula hacia la mitad del s. XVI. Por ese tiempo llegaría Don Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán, iniciando su labor de evangelización.
Se tiene como fecha de la fundación española de Irapuato el 15 de febrero de 1547, por cédula del emperador Carlos V como Congregación de San Marcos Jiricuato.

El 8 de marzo de 1826 se le dio el título de Villa a la localidad de Irapuato; y el 7 de noviembre de 1893 fue declarada ciudad.
No hay documento que indique la fecha de la creación de la parroquia de la Congregación de Irapuato, pero se tiene registro de los primeros bautismos en 1633. En el archivo parroquial no hay documentos que den testimonio del patronato de San Marcos.

Templos emblemáticos

La actual Catedral de la Limpia Concepción -ubicada en el pleno corazón de Irapuato- tiene su función desde el año 2004. Su construcción es del s. XVII, con planta de cruz latina, de arquitectura barroca. Su portada es de cantera gris que exhibe relieves vegetales, que también se repiten en sus columnas a manera de enredaderas. La portada central remata con una hornacina con una escultura de la Virgen María. La portada del poniente está dedicada a Jesucristo y la del orienta a San José. El templo del Hospitalito es el más antiguo de Irapuato. Data del s. XVI como capilla anexa al Hospital de Indios. El templo estuvo dedicado a Nuestra Señora de la Misericordia de los indios tarascos. Fue el centro del Barrio Tarasco. Su portada de estilo barroco se concluyó en 1733.

El templo de San José es el más notable de la ciudad de Irapuato, pese a la modestia de su construcción, debido a la altura de su torre con relación al cuerpo principal; igualmente destaca por su magnífica fachada de estilo barroco indígena popular. Fue construido en el s. XVII y fue el centro del Barrio otomí.

El templo de Nuestra Señora de la Soledad, es desde 2004 la sede de la parroquia. Inició como una capilla en el s. XVIII. Su fachada y acceso principal quedaron mutilados al quedar cubiertos en parte por el Colegio de la Enseñanza construido en 1804 en lo que fue su atrio, y que hoy es sede de la presidencia municipal. La torre es destacado ejemplo del estilo manierista. En su interior, en el retablo mayor del presbiterio, se resguarda la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, Patrona de Irapuato, y de la Diócesis.

Presencia franciscana: los templos de San Francisco de Asís y de La Tercera Orden son del s. XVIII.
Son de estilo barroco. Casi son gemelos. Cada uno con su torre y cúpula. El de San Francisco tuvo claustro que ahora ya no existe. Sobresale su fachada monumental rematada con el escudo franciscano.

Nuestra Señora de la Soledad, madre protectora y reina

La presencia en Irapuato de la Virgen María, como Nuestra Señora de la Soledad, se remonta a fines del siglo XVII, sin que se tenga una fecha específica de su llegada, aunque, como sucede en estos casos, no falta la leyenda que apunta a que esta fue “sin plan humano”. Sería una mula descarriada la que no llegó a su destinofinal que sería Guanajuato, sino precisamente a las orillas de lo que hoy es Irapuato. El animal trajo consigo el cajón que contenía la sagrada imagen.

En 1810, Don Miguel Hidalgo pasó por la Congregación de Irapuato y aquí se preparó para el ataque que efectuaría al mineral de Guanajuato. Del lado realista estuvo Agustín de Iturbide, designado en el Bajío a combatir las guerrillas independentistas de Albino García Ramos, quien atacó la Congregación de Irapuato
hasta en cinco ocasiones entre 1811 y 1812.

El ataque insurgente del día 30 de abril de 1811 fue el que sirvió de base para pedir al Obispado de Michoacán que la Virgen de la Soledad fuese declarada patrona de la Congregación de Irapuato, debido a que la población se encomendó a su cuidado y Ella -se cuenta- la protegió. En estas gestiones del patronato tuvo mucho que ver el cura benefactor del pueblo de Irapuato, el Doctor Victorino de las Fuentes y Vallejo.

El Obispo de Michoacán, Don Manuel Abad y Queipo concedió la petición de los habitantes de Irapuato y nombró a Nuestra Señora de la Soledad como Patrona de este pueblo, estableciendo su fiesta anual el 30 de abril. Se tiene como fecha del patronato de la Virgen de la Soledad el 30 de abril de 1813.

El 24 de junio de 1921 el Papa Benedicto XV concedió la coronación pontificia de Nuestra Señora de la Soledad designando como su representante para este acto al Obispo de León, Don Emeterio Valverde y Téllez.

La coronación se realizó el 30 de abril de 1922, siendo nuevo Sumo Pontífice, Su Santidad Pío XI.

El solemne acto de coronación se realizó en el exterior de la parroquia del centro; sobre un templete elevado se colocó la imagen, y a su lado el prelado y clérigos. Al ser colocada la áurea corona, la multitud estalló en aplausos, junto con el tañer de las campanas, y el estallido de los cohetes.En el proyecto y realización de la coronación tuvo un papel preponderante el sacerdote Martín Lawers, cura de la parroquia del centro.